Nuestro primer sentido que entra en contacto con el vino al momento de servirlo es la vista, ya que de inmediato podemos percatarnos de la apariencia de éste, su color, intensidad, cuerpo y brillo.
El ser humano dispone de un máximo de cinco sentidos. Las percepciones de cualquier realidad se llevan a cabo en nuestro cerebro a través de estos sentidos.