Nuestro primer sentido que entra en contacto con el vino al momento de servirlo es la vista, ya que de inmediato podemos percatarnos de la apariencia de éste, su color, intensidad, cuerpo y brillo.
Las barricas se utilizan en la crianza para el trasiego o separación de sedimentos, aportándole un diferenciado sabor al vino y mejorando el color a través de su fijación que surge como fruto de la microoxigenación.